17 de junio de 2012

Concurso Microrrelatos de Terror

Aprovechando el interesante escenario que nos proporciona un subgénero relativamente reciente como es el del microrrelato, y la siempre inquietante temática del terror, hemos aprovechado la lectura de un magistral microcuentista, Fernando Iwasaki, que logra crear un mundo escalofriante a través de sus breves relatos, recogidos en la obra Ajuar funerario. Sobre el comienzo de uno de ellos, "El horror en los sueños", los alumnos de 1º de ESO han elaborado unos auténticos relatos apasionantes de misterio y terror.

Hemos seleccionado algunos de los mejores, que dan buen cuenta de la creatividad de nuestros chicos:


MICRORRELATO  I

            Hay pesadillas que nunca nos abandonan y que envejecen con nosotros, añadiéndole al terror primero los temores de la edad, las heridas del amor y el dolor de la experiencia. De niña soñaba que me despertaba en un cuarto oscuro rodeado de paredes. Buscaba la puerta y desesperada por no encontrarla me ponía a llorar. De repente, se oían unas risas, cada vez más fuertes, hasta que llegué a ver que procedían de unas cabezas descuartizadas. Al despertarme sudorosa, pensaba que todo había sido una pesadilla, pero, al mirar hacia la ventana, me encuentro con una cabeza descuartizada con una mueca de sonrisa.

María Montero, 1ºESO -B

MICRORRELATO  II

            […] De niña soñaba que me compraba una hermosa muñeca de pelo largo y rubio y unas hermosas y largas uñas para poder pintarlas. En el sueño estaba a punto de acostarme, cuando sentía que alguien me miraba; pero no había nadie. Me acosté y sentí unos arañazos por las piernas, y notaba como me chorreaba la sangre. Dirigí mi mirada hacia mis piernas y me encontré con mi muñeca llena de sangre; sus uñas largas estaban llenas  de sangre y su hermoso pelo rubio se convirtió en color negro lleno de mugre. Al despertarme, me miré las piernas, había sido algo más que un sueño.

Sara Hincapié, 1ºESO –B


MICRORRELATO  III

            […] De niño soñaba que me seguía un hombre, un hombre que me producía mucho temor. Su vestimenta era siempre de luto riguroso, apenas se le veía la cara. La verdad es que no sé por qué me seguía. Todas las noches soñaba con lo mismo, lo raro es que me seguía siempre sin hacerme daño. Hasta que una noche, que llegaba a casa muy cansado, me acosté y cerré los ojos. Otra vez la misma pesadilla: en un callejón sin salida, me encontré con él; vestía todo de negro desde los pies a la cabeza. Me decidí y hablé con él. Le pregunté por qué me seguía en todas mis pesadillas. Esperé un buen rato a que me contestara hasta que me di cuenta de que era mudo. Se quitó la gorra, tenía toda la cara tatuada con dibujos bastante tétricos. Yo salí corriendo lo más rápido que podía, miré hacia atrás y vi que ya no estaba, que había desaparecido. Esta fue la última pesadilla.

Ayoub Borakruf, 1ºESO –D




MICRORRELATO  IV

            […] De niño soñaba que veía cosas horrorosas: algunas veces moría mi padre, otras, mi madre, mis hermanos… otras, en cambio, veía las alucinaciones y muertes de desconocidos. Siempre, al despertar, se lo contaba a mis padres. Su reacción era siempre tomarme por loco. Me llevaban a diferentes psiquiátricos en los que, al final, todos morían: uno ardía en llamas, otro era asesinado en el propio psiquiátrico... Más tarde me despertaba. Aun hoy, siendo adulto, sigo teniendo esos sueños y, al despertar, quiero gritar, pero lo único que consigo son unas pastillas colocadas al lado de un vaso de plástico. A veces me pregunto si no ha sido todo un sueño y, si lo ha sido, por qué no me despierto. Nunca recibo visitas, los psiquiatras me dicen que acabaré con ellos. Supongo que nadie me quiere… bueno, qué se le va a hacer, por lo menos aquí me entienden, ¿a qué sí, duendecillo rojo?

Max Martín, 1º ESO –B


MICRORRELATO  V

            […] De niño soñaba que una señora mayor me buscaba. Su cara se ocultaba por una luz negra, brillante. Cuando me encontró, me dijo: –esto es para ti-, entregándome un paquete negro con una carta pegada. Yo, sin aliento, le pregunté: -¿para mí?-. Ella se alejaba, se alejaba sin responder a mi pregunta. De repente, vi como algo de su bolsillo derecho de aquel vestido largo y negro se le cayó, y cuando grité para avisarla, la niebla lo había tapado todo. Miré bien lo que se le había caído, era un cuchillo con mi nombre. Ya no tenía fuerza para tragar saliva, me fui corriendo hacia el paquete y lo abrí…

Saida Marzguioui, 1ºESO -A

No hay comentarios:

Publicar un comentario